El empeño actual de la lucha contra el terrorismo político o religioso logra ocultar un terrorismo mucho más sangrante y devastador, el terrorismo del mercado. Fundamentado en los convenios internacionales y las democracias formales, este terrorismo causa hambre, guerras, pobreza y desigualdades a nivel planetario. Así, por ejemplo, las más de dos millones de personas que mueren cada año en el mundo por exposición a riesgos impuestos en el trabajo simplemente no constan.
Los autores de este texto parten del denominador común de considerar la salud, y en particular la salud laboral, como un indicador de la democracia. Bajo tal supuesto, los datos confirman y redundan en el déficit democrático de nuestras sociedades. Y si se analiza el discurso sobre al salud, cuya supuesta modernidad no evita la magia ni la unilateralidad, es fácil concluir que las políticas sanitarias y preventivas son, ante todo, un simulacro.