Extrañamiento ante la duplicación que nos produce el ser Uno en los reflejos: aquel niño solitario que yo fui, circunspecto, misterioso y más que casto, deseoso por expresar pasiones inconfesables, habiendo despreciado Mundo y Carne, pasmado por una mirada que ignora es la suya. Pues disuelven los espejos una imagen que no reconocemos más que al sesgo, a causa de su naturaleza liminar, y que, al trazar una turbia y sutil, inquietante frontera, separa lo que somos de aquel otro, advenedizo, que suplanta nuestro ser, cautivado por un Bien que percibe, según él, por los sentidos del alma. Simulacro acrisolado de todo aquello que es belleza terrenal, me vi cambiando el objeto de mi deseo, que ya no era corpóreo, sino forma inane, vana, una sombra idealizada e insustancial.

POEMA

Un sueño me tomó sin darme cuenta,
febrático, agobiante, como de cuartanas;
y ese Yo, que no era yo, seguía huyendo
de esta sombra terca, fiera, amenazante,
con su trazo de perfil cortante y alargado,
como el brazo sarmentoso de la Muerte,
y escapando a pie, a través de mis eriales,
se adentraba en los pantanos insalubres
de escarpados roquedales interiores.